Lo que Freud nos dejó y lo que Frankl superó

“Si tomas al hombre por lo que es lo harás peor de lo que es, si lo tomas por lo que debe ser lo llevarás a donde debe ser llevado”

Johan Wolfang von Goethe

            Para Sigmund Freud la ética comienza con la adaptación del dinamismo interno del hombre con el exterior. Para el psiquiatra el hombre es un mecanismo biológico-psicológico, cuya meta vital consiste en adaptarse al medio en el que vive. El hombre, dominado por el ello, no tomará ninguna decisión libre-responsable, no tomará ninguna decisión personal, sino que solo alcanzará a satisfacer aquello que lo impulsa y lo domina.

            Para Viktor Frankl, en cambio, la ética comienza con la rebelión del espíritu, o con lo que el autor llama “el antagonismo noético”. Freud “generaliza con el sexo hasta no diferenciar lo psicológico de lo espiritual”[1], mientras que Frankl entiende al hombre como un ser biológico-psicológico-espiritual, una unidad de tres dimensiones, cuya dimensión esencial es el espíritu, donde se encuentra la persona, núcleo del espíritu, como centro de actos espirituales, que conoce, que quiere, que actúa[2].

            De esta manera, el antagonismo noético es aquella sana tensión necesaria en la vida del hombre, que no consideró Freud en su homoestasis[3]; aquella angustia por llenar la propia vida de contenido, que hace de la vida del hombre nunca algo ya determinado -destinado a liberar tensiones-, sino siempre la ocasión para algo -un ser condicionado, pero con una existencia abierta, llamado -destinado- a realizar su propia vida-.

            Lo más profundo del hombre no es para Frankl una facticidad psicofísica o lo que Freud llamó el “inconsciente”, una supuesta profundidad puramente impulsiva a la que aún hoy queda muchas veces reducido el paciente; sino que lo más profundo de la conciencia -dice Frankl- no es este inconsciente impulsivo freudiano sino el inconsciente espiritual, un ámbito en el que el hombre se siente llamado a hacer lo que debe ser, donde es interpelado por otro que espera algo de él[4].

            Freud baja a lo profundo para dejar al hombre encerrado en un destino fatal que lleva a un anonimato existencial, mientras que Frankl rescata al hombre: lo abre al sentido, lo abre a la esperanza.


[1] Psicoanálisis y Existencialismo, Viktor Frankl.

[2] Fundamentos y aplicaciones de logoterapia, Viktor Frankl.

[3] Más bien dirá que preguntarse por el sentido será enfermar.

[4] Hoy temas como la procastinación, el aburrimiento, el vacío existencial, son muestra de esta necesidades espirituales. Este tema se puede ver en el libro La Presencia Ignorada de Dios, Viktor Frankl.

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